Testimonios
Lo que dicen nuestros compañeros

ALCHOHOL Y TRABAJO A.R.S.E.G. SEGOVIA, 3 DE ABRIL DE 2016
- La presente ponencia esta redactada a partir de la masiva colaboración con sus ideas de los miembros de ARSEG. Su contenido por tanto es el fruto de la experiencia personal de todos ellos. El consumo de alcohol en el puesto laboral altera el ritmo de trabajo y la productividad del mismo. Muchas veces se achaca el consumo de alcohol a padecer una sensación de estrés y se intenta justificar por tener dificultades del trabajo. En otras ocasiones es la monotonía del puesto asignado la que nos induce a beber. Si la primera vez que bebes has podido evadir de una realidad negariva en el entorno laboral con los compañeros, o si has podido ser el más simpático con ellos, o si quieres olvidar que el jefe te presiona demasiado, ocurre que luego repites y al final acabas evadiéndote con el alcohol constantemente. Al principio del día, si no comezabas bebiendo no eras tú, y evitabas los temblores matutinos con una copa o con la dosis que ya tuvieses ajunstada. Además parecia que el alcohol te daba fuerzas para afrontar la jornada. Daba la sensación que de este modo se hacían las cosas más rápido y mejor pero es una falsa percepción de seguridad pues se distorsiona la realidad y quedan mermados el rendimiento y los reflejos. Y aún asi hay algo en nuestro foro interno que nos dice que bebiendo estamos tirando por la borda todo el esfuerzo que ha supuesto conseguir un puesto de trabajo. Te la juegas en una mala pasada y lo peor es que somos conscientes de ese riesgo. Pero la adición supera al miedo, al riesgo y a la vergüenza. A veces suele ocurrir que surge un compañero con la mejor voluntad que te indica suavemente que te ve raro en el trabajo y que piensa que es porque bebes demasiado. Pero tú, aparte de negarlo, interpretas que lo hace porque te tiene manía y que solo te dice eso porque quiere quitarte el puesto. Aunque sabes que en el fondo tiene razón. Es entonces cuando empiezas a beber a escondidas porque hau miedo de que los demás te vean y sepan que bebes solo, creyendo que de este modo engañas a todos cuando lo cierto es que todos lo saben y suelen tapar ....... hasta que pasa algo. Los de alrededor conocen tu problema. Otra cosa es que lo digan. Y aunque tu te escondes para seguir bebiendo, los efectos que te produce el alcohol son visibles. Siempre pensamos que engañamos a la gente aparentando que tan solo has bebido dos copas cuando muy posiblemente lleves dos botellas consumidas. Y aún así, para ti tiene más importancia el que no te vean a que te den un aviso de atención. Incluso ya empiezas a beber dentro del trabajo y escondes la botella en la taquilla del vestuario o donde sea. Y bebes porque hay mal ambiente, o porque hay mucho trabajo, o porque hay poco. Bebes ya finalmente por cualquier motivo que se te ocurra. El grado de tolerancia general de los compañeros puede llegar a ser muy alto. Estos detectan que uno tiene cambios de humor y bajones injustificados pero nadie se atreve a poner el cascabel al gato. Se suele tener un equivocado sentido del compañerismo que en nada ayuda al que esta bebiendo, tapando situaciones graves ante la dirección. Esta actitud no es ninguna ayuda y solo contribuye a que el problema cada vez vaya a más y que el afectado no asuma sus responsabilidades pues son los demás los que se ven obligados a asumir la carga de trabajo que uno no realiza por estar bebido, movidos erróneamente porque en parte se sienten responsables de que puedan llegar a abrirte un expediente o de que te despidan. En ARSEG hemos llegado a la conclusión que la percepción del alcoholismo en la función pública es muy diferentque que en la empresa privada. Mientras que en la función pública el alcoholismo se considera como una enfermedad como tal, en el sector privado es causa de despido y se disfraza a veces como una hepatopatia para que parezca una enfermedad con tal de no acabar en la calle. Y aún así cuando uno consume y el informe médico no lo dice claramente, pensamos que podemos seguir bebiendo. Con todo y eso afortunadamente todavía hay casos de jefes que son sensibles a este problema y se implican personalmente en la recuperación de su empleado dándoles permiso para asistir a terapias o incluso yendo con él a un profesional. El alcoholismo es una adicción y una enfermedad que afecta a múltiples ámbitos de nuestra vida como el psicológico, el psíquico , el familiar, el personal, el legar y como no el labora, que a su vez puede volver a repercutir en los anteiores. Tus sueños y proyectos en la vida se pueden ir al traste si no eres consciente de la responsabilidad que tienes en el desarrollo de tu trabajo ni lo que te juegas poniéndote a ti y a los demás en un riesgo innecesario. Un trabajo bien hecho es terapéutico pues acrecienta nuestra autoestima y nos da ocasión de demostras nuestras habilidades. Una sana relación laboral va a influir en todos los demás ámbitos de la vida pues contribuye a nuestro desarrollo como personas y a realizarnos como ciudadanos útiles a la sociedad.
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ALCOHOL Y TRABAJO A.R.S.A. SALAMANCA 03 ABRIL 2016
Buenos días, me llamo Antonio. Todos los presentes sabemos, por experiencia propia, cuáles son las consecuencias del consumo de alcohol en el ámbito laboral.l Y esto precisamente es lo que nos ha traido hoy aquí. Según las estadísticas, un 70 % de trabajadores en activo, en su mayoría hombres entre 25 y 44 años, consumen alcohol durante las horas de trabajo. Esto implica que un porcentaje alto de accidentes y absentismo laboral están estrechamente relacionados con el consumo de alcohol. Otras consecuencias porvocadas por el consumo de alcohol en el ámbiito laboral son enfermedades comunes, disminución de la productividad o incapacidad. Quiero aprovechar estos minutos, para contaros, en primera persona, cuáles han sido mis vivencias relaconadas con el alcohol y el trabajo, y las repercusiones que estos me han traído, tanto en el aspecto opersonal como en el laboral. Comencé a trabajar con diez años como mozo en una frutería. Con once años, y con algo de dinero en el bolsillo, nos juntábamos los amigos los fines de semana y comenzamos a beber unos porrones de cerveza con vino dulce que se llamaba "Bebi". Ya empezaron entonces mis grandes borracheras. Como en casa no había alcohol, sólo bebía cuando salía con mis amigos los fines de semana. Hasta los 14 años, estuve trabajando en varios sitios, pero seguia bebiendo sólo los fines de semana, or lo que tampoco había mayores problemas más que los familiares. Fue entonces cuando me fui a trabajar en la hostelería a Benidorm, y ahí estuve durante más de 4 años. Esos años fueron mi verdadera perdición. Fueron años que consistieron básicamente en trabajo y fiesta, sin apenas tiempo para el descanso. Por supuesto que de ahorro poco, ya que me gastaba la mayor parte de mi salario en alcohol. Tras estos años locos, me mudé a Madrid a trabajar y después volví a Salamanca. Seguí trabajando en la hostelería, por lo que, aunque la vida no era la misma que en Benidorm, el contacto con el alcohol continuó aumentando, y con ello mi problema de adicción. Más tarde, me fui a Lérida a realizar el servicio militar. Allí estuve catorce meses. Estaba en el almacén de ropa y, además de realizar las tareas que me asignaron, también me dedicaba al trueque del alcohol y comida por vestimenta. Durante este tiempo, me casé y tuve un hijo. Estaba tan mal y tan amargado por no poder ver a mi esposa y a mi hijo, que bebía cada vez más, pues esta era la única manera que encontré para no pensar y olvidarme un poco de todo. Hubo una vez que hasta robé comida y champán a los oficiales. Era capaz de hacer cualquier cosa con tal de conseguir un poco de alcohol. Cuando acabé, volví a Salamanca, donde trabajé durante unos catorce años en la construcción. Solíamos parar a media mañana para comer el bocadillo, momento que aprovechaba para tomar vino. Cuando acababa al mediodía, había días que ni comía, me iba directamente al bar para continuar bbiendo. Y cuando acababa la jornada de la tarde, volvía al bar con mis compañeros y allí bebíamos vino y calimocho. Tanto alcohol me daba la valentía suficiente para subirme a aquellos tablones de madera tan poco seguros. Lo increible fue que nunca tuve ningún accidente, a pesar del mal estado en el que trabajaba. Tras esos catorce años, empecé a trabajar en el servicio de limpieza de la ciudad. Sólo trabajaba de viernes a lunes. Pero los domingos tenía que doblar el turno, y al no esar ningún jefe vigilándome, me pasaba todo el día bebiendo, al igual que mis compañeros, por lo que nadie decía nada. Cuando llegaba a casa ( si era capaz de llegar, porque a veces me tenían que subir), en el sitio donde cayera ahí me quedaba. Mi mujer cada vez estaba más harta de la situación y mis hijos no me querían ni ver. Hasta que llegó lo inevitable. Mi mujer se fue con mis hijos y me quedé solo. Ya tenía todo el campo libre para beber sin que me controlaran ni me echaran nada en cara. Ya no había ni día ni noche. Todas las semanas me llevaban a casa quince litros de vino de una bodega, pero no me llegaba para la semana, tenía que comprar más en la tienda. En el trabajo me empezaron a dar toques de atención, hasta que el jefe se cansó de la situación, y un buen día me dijo que estaba despedido. Pero esto no sirvió para que me diera cuenta del daño tan grande que me estaba haciendo. Continué bebiendo cada vez más. Ya nadie me controlaba en ningún momento, por lo que había días que ni me levantaba de la cama, tenía mis botellas al lado que era lo único que necesitaba. Así estuve durante tres años, durante los cuales fui perdiendo lo poco que me quedaba. Un buen día, mi hermano, viendo la situación en la que me encontraba, me llevó a la asociación. Nadie apostaba nada por mi vida, ni yo mismo. Pero a medida que fui escuchando día a día, terapia a terapia, las experiencias de mis compañeros, me di cuenta de que realmente era un enfermo, por que me podía curar, siempre y cuando no volviera a beber ni una gota de alcohol. Tuve que elegir entre el alcohol, con el que tan buenos momentos pensaba yo que había pasado, y mi vida. Elegí mi vida, pero no fue un camino fácil. Me ha costado seis años recuperar a mis hijos, a mis nietos y a mi mujer, con la que aunque sigo divorciado, voy recuperando la amistad y su confianza. Ahora disfruto de ellos cada día e intento transmitir mi experiencia con el alcohol a todas las personas que pasan por la asociación. Gracias a ella hoy estoy aquí delante de vosotros, reconociendo mi enfermedad, sin vergüenza ni reparos. Lo del trabajo es más difícil, por la crisis actual, por mi edad, y por todas las secuelas que el alcohol me ha dejado. Pero tengo claro que si tengo alguna posibilidad de encontrar un trabajo, será siempre sin el alcoholLeer más: https://alcoholicos-rehabilitados.webnode.es/informacion-y-conocimientos-sobre-el-alcohol/ponencia-arsa/

PONENCIA ARVA
ALCHOHOL Y TRABAJO A.R.V.A. VALLADOLID 3 DE ABRIL DE 2016

PONENCIA ARBA (LA BAÑEZA) LEON 03/04/16
ARBA LA BAÑEZA ( LEON)
Me despierta un frío helador. Aún quedan dos horas para que suene el despertador y ya he completado mi ciclo de reposo, se es que se puede llamar así. Cómo un náufrago sediento, me he levantado varias veces a beber (esta vez agua) para tratar de calmar la sed del cuerpo y del alma. Intento relajarme, pero el martilleo continuo en las sienes, el bombeo inquietante y descompasado de mi corazón y este picor insoportable, no me lo permiten. Me levanto y desayuno; bueno mejor no, porque mi estómago, emulando a una noria, me está gritando que no acepta nada de momento. De la ducha, paso. Buscando una segunda piel, me enfundo en la ropa de ayer, apilada en un rincón de la habitación y me arrastro hasta la calle. El sol me ciega; ya no me baña ni reconforta como antes; sólo me recuerda que quizás ayer bebí demasiado, así que cómo cada mañana escondo mis ojeras tras las gafas de sol, dejando unos ojos que sin lugar a dudas, delatan mi último exceso. Hace mucho tiempo que no conduzco hasta el trabajo; sólo dejo que el coche me lleve. Durante el trayecto ya no planeo mi hornada, ni construyo proyectos, ni repaso clientes; me traslado mentalmente y sólo planifico una prometedora tarde para beber en soledad. Me sorprendo a mi mismo al llegar al aparcamiento, pero ¿he pasado por el cruce?, juraría que me adelantó un camión, pero .... sólo me parece un difuso recuerdo. Antes disfrutaba del paisaje; ahora tengo suficiente con centrarme vagamente en las rayas de la carretera. Intento camuflarme entre el personal para llegar a fichar (tarde como siempre), esquivando saludos mañaneros y escondiendo la cabeza, mirando al suelo para no tener que rendir cuentas a nadie de las causas de mi notable y evidente fatiga. Tras eludir un millón de miradas que sospecho clavadas en mi nuca, llego hasta mi cubículo. No estoy. No recibo. Hoy no soporto ninguna conversación por muy interesante que sea. Miro de reojo la pila de informes pendientes que se acumulan en una esquina de la mesa y sin despertar de mi letargo, enciendo el ordenador, ¡ ésta condenada pantalla, cada día brilla más ! Apenas han pasado treinta minutos y la resaca post-ingesta se apodera de mi, reclamándome a gritos un café que me ayude a disimular mi falta de motivación. Necesito armarme de valor para cruzar la frontera que me lleva a la cafetera. ¡ Dichoso pasillo !. Los comentarios maliciosos de todos y cada unos de los días me salpican en este trayecto, me hacen pensar que mi vicio "oculto" no está tan escondido cómo yo creía. Tengo la amarga sensación que llevo "mi gran secreto" pegado a la espalda y que lo muestro a todos como mercancía en un gran escaparate. Me sirvo un espeso café esquivando comentarios susurrados a mis espaldas; diagnóstico confirmado : " éstos idiotas sospechan algo ". Me autoconvezco pensando que muchos de ellos, tienen un problema mayor que el mío y que al fin y al cabo, yo bebo de forma pasajera y además tengo justificación, porque la tengo ¿ verdad ? Últimamente he estado muy agobiada; ahora mismo no recuerdo porqué, pero el licor espiritoso, hace que me evada de todo y de todos; me crea un mundo particular con un vacío que me reconforta. Una voz chirriante me devuelve a la realidad : "¡vaya homenaje que te diste anoche, campeona!". Ni siquiera le miro; le ignoro como hago últimamente con todo el mundo. No necesito sus comentarios mordaces, ni su compañía, ni tan siquiera su presencia. Me molesta que respiren a mi alrededor invadiendo mi espacio, mi idílico mundo etílico. Regreso al despacho arrastrando miserias y con la desidia cómo compañera, no encuentro en ningún lado las fuerzas necesarias para comenzar. Mirando al vacío, se me ocurre la idea de que mañana y si por la tarde rebaso el límite ( que seguramente lo haré ), llamaré y diré que me encuentro enferma. Al fin y al cabo "sólo" lo he hecho una docena de veces. Tengo la sensación de ahogo y que las paredes del despacho se estrechan para aprisionarme; abro la ventana y respiro, pero la presión no cede. Siento una punzada interior, de corañón, pienso que es un resto de conciencia que tira de mi, intentando recuperar la parte de sensatez que puede que aún conserve. Pensarlo me incomoda mucho porque hace que me sienta culpable; apenas es un segundo porque aparto esta idea dándome la opción de cambiarla por una buena copa. Desganada abro el primer informe. Tengo la mente tan nublada que soy incapaz de comprender lo que estoy leyendo. Hace ya tiempo que perdí el interés por mi trabajo. Rompí el compromiso y ahora me doy cuenta de que tengo que pagar, cada día, un pesado tributo por el uso indebido del alcohol. Sin molestarme en leer nada, me limito a poner en la última página el sello que indica que el proyecto es viable; de todos modos, el cliente sólo perderá unos miles de euros por hacer una mala inversión. De mi no depende ninguna vida; sería distinto si mi trabajo fuera en un andamio, pero no me imagino yo haciendo piruetas en un tablón con este intenso dolor de cabeza y sin apenas reflejos. La secretaria de dirección irrumpe en mi territorio. No saluda. Yo tampoco. Lanza con soberbia un sobre encima de mi mesa y se va con un portazo sordo que retumba en toda la estancia. Ahora si que necesito un trago. Abro el cajón de " mis tesoros " y acaricio una botella. Me reconforta la idea de comprobar que está completamente llena. Tiro el café de la taza y la lleno hasta el borde; la aderezo con dos comprimidos para mi jaqueca y la apuro de un sólo trago. " Don Fulanito de tal, Gerente de bla, bla, bla, bla bla ................ debido a sus numerosas ausencias sin justificar, sus frecuentes faltas de puntualidad, la poca profesionalidad que nos ofrece y subajo rendimiento, ha decidido prescindir de sus servicios desde el día de hoy " ! Será necio !, ¡ Después de todos los años que he perdido aquí ! ¡ No aguanto ni un minuto más ! Lleno la papelera con todas las botellas vacías que tengo repartidas por mi despacho (necesarias cada una de ellas para afrontar la jornada ), me deshago de la planta seca que algún día fue verde y de la foto de mi ex marido y los chicos; no sé porque aún la conservo si hace mucho tiempo que no sé nada de ellos. Entre trago y trago intento pensar qué voy a hacer a partir de ahora. Apuro hasta la última gota y decido marcharme dejando atrás todo : mis recuerdos, mis pertenencias. No tengo apego a nada y nada me llevo. Mi camino hasta la salida es rápido. Todo lo que encuentro a mi paso está á difuso y borroso. No quiero despedidas y dudo que alguien quiera dármelas. Cojo el coche y pongo el rumbo hacia el primer bar que me encuentre y me pueda proporcionar la única cura para mis heridas y mis decepciones. Ya me estoy imaginando sentada y bebiendo, bebiendo y olvidando, perdida y bebiendo. Estoy ansiosa por llegar. Un coche se aproxima de fente y me regala unos cuántos fogonazos. En una décimade segundo recobro la concentración y me doy cuenta que estoy circulando por el carril contrario. Tensión, volantazo, frenazo ..... El estallido del airbag me devuelve a la realidad y después ........... sólo polvo y silencio. Desterrada en la cuneta puedo sentir el miedo en cada célula de mi cuerpo. Tomo consciencia de la realidad y una avalancha de tristeza me arrastra. Intento convencerme de que mi actuar es pasable, cuando en realidad es nefasto al estar dominada y cegada por el alcohol. Me derrumbo ante el único pensamiento lógico que he tenido en mucho tiempo. Estoy cansada de estar enferma, agotada sin emociones, sin trabajo , sin familia, sin vida. Necesito recuperar la sensibilidad, necesito luchar contra el miedo de dejar esta dependencia absurda que me esclaviza y ha dejado mi existencia reducida a un montón de escombros. Con la mano temblorosa, arranco el coche y me dispongo a realizar el trayecto más largo, el viaje más difícil. En éste mismo instante, acabo de tomar la decisión más importante de mi vida y puede que salve parte de los retales que quedan de ella. En éste mismo instante he decidido que NO VOY A VOLVER A BEBER

